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lunes, 29 de octubre de 2012

Investigan nuevos fármacos contra la Enfermedad de Parkinson

Investigan nuevos fármacos contra la Enfermedad de Parkinson


17 de Octubre 2012
Investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham (UAB) presentaron esta semana en el Congreso de la Sociedad de Neurociencia de Nueva Orleans (EE.UU.) un trabajo de investigación que podría abrir el camino para el desarrollo de un nuevo tipo de fármaco contra la enfermedad de Parkinson


La enfermedad de Parkinson

El Parkinson es, junto con la enfermedad de Alzheimer, la patología neurodegenerativa más común en todo el mundo. Descrita por primera vez en 1817 por el médico británico James Parkinson, se caracteriza por la muerte gradual de unas neuronas denominadas dopaminérgicas. Estas producen un neurotransmisor, la dopamina, que se encarga de transmitir información de un grupo de neuronas a otra. A medida que dejan de producir dopamina, los enfermos de Parkinson experimentan los mismos síntomas: temblor incontrolable de las manos, rigidez en brazos y piernas, pérdida del equilibrio. Años antes, los primeros síntomas de la enfermedad se habrían manifestado en forma de desmayos, incontinencia, disfunción sexual, ansiedad y depresión.

La mayoría de pacientes todavía son tratados con L-DOPA, un fármaco descubierto hace más de de cuatro décadas. La L-DOPA sustituye la dopamina que ya no pueden producir las neuronas dopaminérgicas, aliviando así los síntomas de la enfermedad. No obstante, tiene graves efectos secundarios: arritmias, hemorragias estomacales, alucinaciones. Estos efectos secundarios podrían ser la explicación de por qué la mortalidad de pacientes de Parkinson duplica a la de las personas con la misma edad que no tienen la enfermedad. No obstante, hasta ahora no se ha encontrado ningún fármaco que mejore los resultados de la L-DOPA.

Científicos de la Universidad de Alabama en Birmingham (EE.UU) han desarrollado una serie de fármacos experimentales, los inhibidores de LRRK2. Estos nuevos fármacos podrían ir más allá de limitarse a aliviar los síntomas, bloqueando directamente la inflamación y muerte de neuronas, el principal factor causante del Parkinson. Los resultados de sus experimentos han sido presentados esta semana en el congreso anual de la Sociedad de Neurociencia, que está siendo celebrado en Nueva Orleans (EE.UU.), los días 13 al 17 de octubre.

Aunque aún es pronto para sacar conclusiones definitivas y pasar a ensayos clínicos, la comunidad científica se muestra muy animada por dos motivos. En primer lugar, es la primera vez que se desarrolla una diana terapéutica para una enfermedad neurodegenerativa; en segundo lugar, LRRK2 es una proteína cinasa, un tipo de enzima que ya ha sido empleada con éxito como diana terapéutica en otros tipos de fármacos, como por ejemplo los medicamentos antitumorales Trastuzumab o Erlotinib. Según los autores del estudio, los inhibidores LRRK-2 son la diana terapéutica contra el Parkinson más prometedora descubierta hasta ahora.

Los LRRK2

LRRK2 son las siglas en inglés de Leucine-Rich Repeat Kinase 2, o Cinasa de Repetición Rica en Leucina 2. Las cinasas son enzimas que agregan unas moléculas denominadas fosfatos a otras moléculas con el fin de iniciar, detener o reajustar procesos celulares. Estudios anteriores habían revelado que una mutación de LRRK2 denominada G2019S hace que LRRK2 sea ligeramente hiperactiva. Los investigadores proponen reajustar el funcionamiento de LRRK2 por medio de fármacos.
Debido a causas que todavía desconocemos (una mutación incorrecta de un gen, una infección, una lesión en la cabeza, envejecimiento…) algo hace que una proteína denominada alfa-sinucleina se acumule en las neuronas de los enfermos de Parkinson, provocando su apoptosis (muerte celular). Los fármacos existentes hasta ahora no son capaces de intervenir contra la alfa sinucleína y proteínas similares. Una vez se acumula la alfa-sinucleína, el cerebro puede responder a este problema de dos formas: controlando correctamente dicha acumulación, o amplificando sus efectos.

Los científicos de la Universidad de Birmingham postulan que la LRRK2 es un factor clave en la forma en que el organismo responde a este problema. Creen que LRRK2 opera en la intersección entre las respuestas inmunitarias, neurotransmisivas y de la alfa-sinucleina; el sistema inmunitario combate las enfermedades infecciosas pero también crea inflamación; cuando esta inflamación es desencadenada en el momento, lugar o cantidad inadecuados, es cuando se asocia a enfermedades como el Parkinson. Es decir, no todo el que tiene la mutación G2019S de LRRK2 desarrolla la enfermedad, pero la mutación sí que es un factor de riesgo importante cuando se combina con otros factores que favorecen la aparición de la enfermedad.

Estudios anteriores ya habían demostrado que la acumulación de alfa-sinucleina en neuronas activan unas células del sistema inmunitario denominadas microglias, las cuales a su vez expresan niveles elevados de LRRK2. Los investigadores de la Universidad de Alabama sugieren que la hiperactividad de LRRK2 causada por la mutación G2019S refuerza la reacción inflamatoria de las microglias, y que por tanto si se pudiera inhibir LRRK2 por medio de un fármaco se reduciría esta reacción inflamatoria. Otros datos preliminares pendientes aún de confirmar también apuntan a que la inflamación desencadenada por LRRK2 también aumenta la tasa de mortalidad de células nerviosas.

¿Nuevos fármacos?

El fármaco perfecto contra el Parkinson debería cumplir las siguientes condiciones. Debería poder superar la barrera que impide la entrada de toxinas en el cerebro, y después superar las proteínas que expulsan del cerebro a las toxinas que consiguen rebasar el primer obstáculo. Esta medicina debería actuar sobre el órgano que queremos, pero también ser evacuada en un plazo de tiempo razonable para que no se acumule en otro órgano. Por último, el fármaco debería reducir la actividad de LRRK2, pero sólo de esta enzima, y tan sólo hasta reducirla a niveles normales.

Para responder a esta cuestión, el equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham ha experimentado con más de 300 cinasas hasta identificar un inhibidor que tan sólo afecta a LRRK2. Una vez identificado el mejor compuesto, planean volver a experimentar en ratones de laboratorio, realizar estudios toxicológicos, y, si los resultados siguen siendo positivos, solicitar permiso a las autoridades sanitarias para realizar estudios clínicos.                                   



                                                                                       
http://www.medicina21.com/Actualidad-V3613.html

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